Relevancia: Nacional
Clasificación: Inmueble
El castro de Montealegre, en Moaña, ha proporcionado un interesante conjunto de importaciones mediterráneas, de mediados del siglo II a. C. a inicios del I d. C., principalmente. Enclavado en la costa meridional de la península do Morrazo, en la ría de Vigo, por donde actualmente pasa la autopista AP-9 que une Portugal y A Coruña. La importancia de este castro y la presencia de importaciones puede deberse a su notable posición estratégica respecto a este accidente geográfico, ya que pese a no hallarse directamente bañado por el mar dispone de un acceso fácil a la ría. Su emplazamiento es característico de la Primera Edad del Hierro: ocupa un espolón elevado con una amplia visibilidad sobre la ría y los valles circundantes.
El castro tiene un sector residencial en la ladera oeste y un gran vertedero de conchas (conchero) en la ladera este. La ladera oeste muestra un espacio que fue ocupado de forma intensa durante siglos. El periodo cronológico mejor conservado corresponde a los siglos II a. C.- I a. C., es decir, el periodo de finales de la Segunda Edad del Hierro.
Debido a la deficiente conservación de los niveles anteriores a mediados del siglo II a. C., existen muy pocos materiales que se puedan datar con seguridad antes del fin de la Segunda Guerra Púnica, aunque es muy probablemente que a esta pertenezcan la cuenta oculada de pasta vítrea localizada en el sector residencial –de color azul ultramar, azul Prusia, amarillo y blanco- y dos bordes de ánfora. El fragmento mejor conservado corresponde a un modelo producido en la zona del Estrecho. Este tipo de recipiente, que ha aparecido también en otros castros de las Rías Baixas, marca el horizonte de llegada de los navegantes púnicos al noroeste, que se puede datar a mediados del siglo V. a. C.
Además de los restos de ánforas tudetanas e itálicas, y de cerámica común fabricada en la Bética, destaca un ungüentario y un askoi de tradición púnica.
Los fenicios vivían en ciudades independientes y, si bien tenían en común una serie de elementos aglutinadores, como el idioma, las costumbres, la religión y la cultura, Fenicia no existía como entidad territorial y nunca constituyó un estado unificado. Las urbes fenicias a menudo estaban enfrentadas por rivalidades comerciales, y ninguna de ellas llegó a imponer su hegemonía sobre las demás. Estaban situadas en penínsulas, como Biblos y Sidón, o bien en islas, como en el caso de Tiro. Cada una de ellas poseía un territorio en tierra firme que le permitía obtener los productos de la agricultura y la ganadería necesarios para su subsistencia. Su economía, sin embargo, se basaba sobre todo en la industria y el comercio, especialmente el marítimo.
Políticamente, estas ciudades-estado eran monarquías hereditarias. Estaban gobernadas por un rey al que asistía un consejo de ancianos, en el que se hallaban representadas las grandes familias de la poderosa clase social mercantil. De hecho, se trataba de un régimen a medio camino entre la monarquía y la oligarquía, que contaba también con un nutrido cuerpo de funcionarios.
A diferencia de otras culturas vecinas, los fenicios nunca tuvieron la ambición de conquistar territorios y someter a otros pueblos para aumentar el poder de sus gobernantes. Por eso no se preocuparon en destacar en el terreno militar. Basaban su defensa en la ubicación de sus ciudades en lugares de difícil acceso y en la protección de sus murallas. Y respecto a sus poderosos vecinos asirios y babilonios, prefirieron, antes que luchar, pactar y convertirse en sus tributarios.
El Castro de Montealegre, uno de los más grandes de Galicia, se encuentra en un monte de la parroquia de Domaio, en Moaña (Pontevedra). Debida a su estratégica localización, proporciona datos sobre el interesante conjunto de importaciones mediterráneas realizadas en el siglo II a.C. y I d.C.
A principios del siglo XX, fue excavado por Antón Losada Diéguez, entre otros. Sin embargo, no fue hasta la década de los 2000 cuando, después de diferentes obras para realizar el Corredor do Morrazo, comenzó una profunda excavación arqueológica para rescatar el Castro, ya que estuvo a punto de desaparecer.
Actualmente, se pueden identificar ciertas estructuras del castro como las murallas y alguna vivienda circular de piedra. Además, en el año 2016, tras una excavación arqueológica, se halló una escultura antropomorfa (con apariencia humana) de granito, sin cabeza y de unos 60 centímetros de altura.
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Moaña
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